Reconozcámoslo, el cambio nos da miedo, salir de nuestra zona de confort es incómodo y a veces, incluso, aterrador. No sabemos lo que vendrá o si iremos a peor.

Es normal, nuestro cerebro está diseñado para mantenernos a salvo.

El cerebro considera lo anómalo o fuera de lo común en nuestras vidas como peligroso y, nos manda alertas en forma de pensamientos negativos, acerca de todo lo malo que podría llegar a pasar si nos salimos de la ruta que hemos seguido hasta ahora.

Se basa en hechos que nos han ocurrido en el pasado y los proyecta, negativamente, en el futuro.

¿Y por qué querríamos cambiar?

Por que nuestra zona de confort nos aburre, ni más ni menos. Puede ser que…

$
Nuestro trabajo no nos llene más.
$
Estemos en una relación sentimental que no nos hace feliz.
$
Queramos más de esta vida, algo nuevo.
$
Nos apetezca dejarlo todo y viajar por el mundo (antes de que nos lo carguemos definitivamente).
$
Queramos aprender otra profesión o volver a estudiar…

Pero no pasamos a la acción por miedo al resultado, tememos fallar, equivocarnos… Así que vivimos según el refranero:

“Más vale pájaro en mano que ciento volando” o “Mejor conocido que malo por conocer”.

Pero vivir así acabará envenenándonos.

Llegará un momento en que no podamos negar más que estamos insatisfechos con nuestra vida.

Esta contradicción dentro de nosotros provocará que sintamos apatía por todo, que no nos apetezca levantarnos de la cama, provocarnos depresión y hasta puede llegar a ponernos enfermos físicamente.

Y esto último es lo que me pasó a mí.

Mis alergias alimentarias al gluten y a la lactosa empezaron cuando en 2016 me planteé dejarlo todo irme a viajar por el Sudeste Asiático.

Me resistía a esa idea por miedo a perder la confortable vida que tenía en Barcelona: mi bonito piso en el centro, mi trabajo bien remunerado, mis amigos…

Después de un año luchando contra ese deseo interior, me rendí, lo hice.

Me fui a conocer Tailandia, Laos e Indonesia.

Viví la mejor experiencia de mi vida.

En Wikipedia, podemos encontrar esta definición del miedo:

{

El miedo es una emoción caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada
por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado.
Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza,
y se manifiesta en todos los animales, lo que incluye al ser humano.
La máxima expresión del miedo es el terror.

El miedo puede ser:

$

Racional o real: cuando estamos ante alguna situación de peligro real, como por ejemplo, estar a punto de ser atropellados por un coche o delante de una persona armada.

$

Irracional o supuesto, cuando el peligro solo existe en nuestra mente. Es el caso del miedo al rechazo, a fallar, a hablar en público, al cambio…

En efecto, el miedo al cambio es irracional y nos lo hemos creado nosotros mismo. Y ahí está la buena noticia. Nosotros lo podemos vencer. ¿Cómo? ¡Sigue leyendo!

1. Mira a tu alrededor: El cambio está en todas partes.

Todo cambia. Las estaciones del año cambian. El clima está cambiando. La tecnología cambia. Nuestro cuerpo cambia. Las relaciones cambian. Maduramos. Crecemos… El cambio es la norma aunque no nos demos cuenta.

Somos el animal que mejor se adapta al cambio en la naturaleza. Está más que demostrada la plasticidad de nuestro cerebro, es decir, es moldeable, se adapta.

No le temas a algo natural, es el proceso de la vida. Siempre querremos ir a mejor, aunque nuestro cerebro entre en pánico.

2. Se flexible y dirige el cambio.

Si el cambio es inevitable, llegará tarde o temprano a tu vida.

Anticípate a él, sé flexible y lleva tu vida a donde tú quieres ir, no donde las circunstancias externas o los acontecimientos te lleven.

3. No te aferres a lo que no te hace feliz. Libérate.

El fin siempre es el principio de algo nuevo y probablemente mejor.

Y si no piénsalo, ¿a qué todas tus relaciones sentimentales han sido mejores que las anteriores?

Deja ir lo que ya no te vale, algo nuevo vendrá. ¡Seguro!

4. ¿Podrías sobrevivir al peor escenario?

Ponte en lo peor. ¿Sería tan malo? ¿Podrías superar las consecuencias del peor escenario?

Sí, ¿verdad? Relativiza, nada es tan malo como parece.

5. Escoge una opción y si no te gusta el resultado escoge otra.

Muchas personas se quedan bloqueadas al tener que tomar decisiones porque se piensan que lo que se decida será inmutable.

No, no lo es. Ante varias alternativas, escoge algo y si luego no sale como tú esperabas siempre puedes volver a cambiar. Nada es inamovible.

6. Divide tus objetivos en partes más pequeñas.

¿Cómo se come un elefante? A pedacitos, poco a poco. Muchas veces nos quedamos paralizados porque el cambio que queremos hacer es demasiado grande y creemos que no vamos a ser capaces de llevarlo a cabo.

En ese caso, debes dividir tu objetivo en partes más pequeñas y asumibles, en tareas, que puedas realizar cada día hasta alcanzar lo que deseas, tenga el tamaño que tenga.

La muralla China no se construyó en un día.

7. Familiarízate con lo desconocido.

Nos dan miedo las cosas que no conocemos. La clave es empezar a hacerlas, aunque te asusten.

La primera vez no te gustará nada y te dará mucho reparo, pero a medida que vayas practicando, te familiarizarás con el cambio y llegarás a dominarlo como un pro.

{

May your choices reflect your hopes not your fears

Nelson Mandela.

8. Si alguien lo ha hecho ya, es posible.

Seguro que te ha pasado más de una vez: tienes una idea para cambiar tu vida y se la cuentas a alguien de tu entorno, un familiar o un amigo, con toda tu ilusión y cuando acabas de contar tu superidea, tu interlocutor te dice:

-¡Imposible! Eso nos se puede hacer.

Pues te aseguro que si alguien lo ha hecho ya, es posible.

No renuncies a tus sueños. Busca a esa persona que ya ha conseguido lo que tú deseas, estudia cómo lo logró, cómo pensaba para lograrlo, analiza todo y haz lo mismo.

Lograrás lo que desees.

9. Visualízalo.

Imagínate haciendo eso que tanto miedo te da. Cierra los ojos, respira profundamente 3 veces y proyecta en tu mente una serie de imágenes o un vídeo donde tú estés haciendo eso que temes.

Fíjate en dónde estás, qué llevas puesto, qué oyes, con quién estás…

Hazlo superreal, de forma que te vayas familiarizando con ello. Y además crea momentum. Te vienes arriba, básicamente.

Tu mente no distingue si eso que imaginas está pasando de verdad o no.

Así que la próxima vez que tengas que llevar a cabo un cambio, tu cerebro no entrará en pánico tan fácilmente.

Irás superando el miedo a cambiar.

9+1. Busca ayuda. Trabaja con un Coach.

Yo creo absolutamente que todo el mundo necesita un Coach, alguien que nos ayude a transitar por ciertos períodos de la vida donde no somos capaces de seguir adelante, tomar una decisión o ver la luz al final del túnel.

Un coach siempre te hará ver las cosas desde otro punto de vista y te pedirá más de lo que tú jamás te exigirías a ti mismo.

Cambiar puede parecer que no es fácil, pero lo es, siempre que seas flexible y tengas en mente que va a ser para mejor.

Aquí te dejo un vídeo que siempre veo cada vez que me entra el miedo. A mi me anima muchísimo.

Y hasta aquí el post de hoy, espero que te haya gustado. Compártelo en las redes sociales. ¡Gracias por leernos!